Abebe Bikila, perteneciente a una familia pobre, se alistó a las filas del ejército etíope para garantizarse el sustento. Formando parte de la Guardia Imperial de Haile Selassie empezó, a la tardía edad de 24 años, a practicar el atletismo. El entrenador sueco Onni Niskanen, contratado por el gobierno de Etiopía para entrenar a sus atletas, fue el encargado de pulir el talento natural de aquel enjuto muchacho.
Bikila era un desconocido cuando llegó a los Juegos de Roma de 1960. Aunque en su país había corrido un par de maratones con buenos resultados, el resto del mundo apenas tenía noticia de él. El atleta etíope se presentó en la salida, ante la extrañeza general, con los pies desnudos. Parece ser que no se encontraba cómodo con ninguna de las zapatillas suministradas por el patrocinador del equipo, por lo que decidió correr descalzo los 42 kilómetros y 195 metros. Al fin y al cabo, esa era la manera en que entrenaba en su país. El propio Bikila añadiría posteriormente épica al asunto declarando: “Quería que el Mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo”
La carrera dio comienzo a última hora de la tarde, con el fin de evitar las altas temperaturas del tórrido verano romano. Niskanen había aleccionado a Bikila sobre sus principales rivales, haciendo especial hincapié en el dorsal número 26, el marroquí Rhadi Ben Abdesselam. Hacia la mitad de carrera, mientras el crepúsculo caía, se formó un reducido grupo, donde se encontraba Bikila, comandado por el dorsal 185. El temido dorsal 26 no formaba parte del grupo. De hecho Bikila no consiguió verlo en todo el transcurso de la prueba. Pronto se quedaron Bikila y el citado dorsal 185 solos en un apasionante mano a mano. A esas alturas de carrera la noche había caído completamente sobre la capital italiana. El recorrido nocturno por la Via Appia romana estaba flanqueado por antorchas portadas por guardias italianos, lo cual confería a la prueba una belleza espectral. En el último kilómetro, Bikila esprintó y dejó atrás a su competidor, llegando a la meta en primer lugar y consiguiendo la mejor marca de todos los tiempos con un tiempo de 2:15:16. Más tarde, Bikila supo que su desconocido rival número 185 no era otro que el temido Rhadi Ben Abdesselam, que finalmente no había portado el anunciado dorsal 26.
Una suerte de justicia poética hizo que el triunfo del atleta etíope tuviera como marco el histórico Arco de Constantino, bajo el que estaba situada la meta. Desde ese mismo arco habían partido 25 años antes las tropas de Mussolini para conquistar Etiopía. Además, el ataque final de Bikila se había producido al paso por el obelisco de Axum, monumento etíope expoliado por las tropas italianas durante aquella guerra. De esta forma, la victoria de Bikila adquirió un valor simbólico en el país africano que sobrepasaba lo puramente deportivo.
Bikila fue recibido como un héroe a su vuelta a su país. Para los siguientes Juegos, a disputar en Tokio, Bikila se preparó a conciencia, pero la mala suerte hizo que, a falta de sólo seis semanas de la competición, tuviera que ser operado de apendicitis. Sin apenas entrenamiento tras la convalecencia, se presentó en Tokio y, esta vez convenientemente calzado, repitió la victoria lograda cuatro años antes, parando el cronómetro en 2:12:11. Era el primer atleta que repetía el título de campeón olímpico en Maratón. En México 68, con 36 años, buscó la triple corona, pero una lesión que sufría en su pierna derecha le obligó a abandonar en el kilómetro 17. Su sucesor sería su compatriota Wolde, continuando así el dominio africano en las pruebas de fondo que se ha mantenido hasta nuestros días.
La triunfal historia de Bikila no tendría final feliz. Un accidente de coche le dejó parapléjico en 1969. Cuatro años después, una hemorragia cerebral segaba la vida de uno de los más grandes atletas de todos los tiempos. Con el transcurrir de los años, muchos son los grandes atletas etíopes que han asombrado al mundo, la mayoría de ellos en pruebas de fondo. Campeones olímpicos como Wolde, Yifter, Gebrselassie, Tulu, Bekele o Dibaba. Todos ellos tuvieron un espejo en que mirarse: Abebe Bikila.
Bikila era un desconocido cuando llegó a los Juegos de Roma de 1960. Aunque en su país había corrido un par de maratones con buenos resultados, el resto del mundo apenas tenía noticia de él. El atleta etíope se presentó en la salida, ante la extrañeza general, con los pies desnudos. Parece ser que no se encontraba cómodo con ninguna de las zapatillas suministradas por el patrocinador del equipo, por lo que decidió correr descalzo los 42 kilómetros y 195 metros. Al fin y al cabo, esa era la manera en que entrenaba en su país. El propio Bikila añadiría posteriormente épica al asunto declarando: “Quería que el Mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo”
La carrera dio comienzo a última hora de la tarde, con el fin de evitar las altas temperaturas del tórrido verano romano. Niskanen había aleccionado a Bikila sobre sus principales rivales, haciendo especial hincapié en el dorsal número 26, el marroquí Rhadi Ben Abdesselam. Hacia la mitad de carrera, mientras el crepúsculo caía, se formó un reducido grupo, donde se encontraba Bikila, comandado por el dorsal 185. El temido dorsal 26 no formaba parte del grupo. De hecho Bikila no consiguió verlo en todo el transcurso de la prueba. Pronto se quedaron Bikila y el citado dorsal 185 solos en un apasionante mano a mano. A esas alturas de carrera la noche había caído completamente sobre la capital italiana. El recorrido nocturno por la Via Appia romana estaba flanqueado por antorchas portadas por guardias italianos, lo cual confería a la prueba una belleza espectral. En el último kilómetro, Bikila esprintó y dejó atrás a su competidor, llegando a la meta en primer lugar y consiguiendo la mejor marca de todos los tiempos con un tiempo de 2:15:16. Más tarde, Bikila supo que su desconocido rival número 185 no era otro que el temido Rhadi Ben Abdesselam, que finalmente no había portado el anunciado dorsal 26.
Una suerte de justicia poética hizo que el triunfo del atleta etíope tuviera como marco el histórico Arco de Constantino, bajo el que estaba situada la meta. Desde ese mismo arco habían partido 25 años antes las tropas de Mussolini para conquistar Etiopía. Además, el ataque final de Bikila se había producido al paso por el obelisco de Axum, monumento etíope expoliado por las tropas italianas durante aquella guerra. De esta forma, la victoria de Bikila adquirió un valor simbólico en el país africano que sobrepasaba lo puramente deportivo.
Bikila fue recibido como un héroe a su vuelta a su país. Para los siguientes Juegos, a disputar en Tokio, Bikila se preparó a conciencia, pero la mala suerte hizo que, a falta de sólo seis semanas de la competición, tuviera que ser operado de apendicitis. Sin apenas entrenamiento tras la convalecencia, se presentó en Tokio y, esta vez convenientemente calzado, repitió la victoria lograda cuatro años antes, parando el cronómetro en 2:12:11. Era el primer atleta que repetía el título de campeón olímpico en Maratón. En México 68, con 36 años, buscó la triple corona, pero una lesión que sufría en su pierna derecha le obligó a abandonar en el kilómetro 17. Su sucesor sería su compatriota Wolde, continuando así el dominio africano en las pruebas de fondo que se ha mantenido hasta nuestros días.
La triunfal historia de Bikila no tendría final feliz. Un accidente de coche le dejó parapléjico en 1969. Cuatro años después, una hemorragia cerebral segaba la vida de uno de los más grandes atletas de todos los tiempos. Con el transcurrir de los años, muchos son los grandes atletas etíopes que han asombrado al mundo, la mayoría de ellos en pruebas de fondo. Campeones olímpicos como Wolde, Yifter, Gebrselassie, Tulu, Bekele o Dibaba. Todos ellos tuvieron un espejo en que mirarse: Abebe Bikila.
Pel que fà a un servidor ... avui he fet el running d'ahir que teniem pendent. Trote per circuit d'asfalt i terra, sense desnivells importants. 6,55 kms en un temps de 30'45''. A ritme de 4'41''/km. Ritme cardíac mitjà de 157 ppm i una màxima de 172 ppm. Series d'abdominals i exercicis d'estiraments. Encara toca uns quants dies de treballs "suaus" per donar a conèixer al cos l'activitat més adient en el moment més indicat. Com diu el Mister: paciència Albi!!!
2 comentaris:
Quines marques per uns temps tant i tant passats. Com és possible fer registres sense coneixements generalitzats, metodològies d'entrenament individualitzades segons atleta, condicions d'entrenament i per a les postres corren "descalzos". Sencillament: IMPRESSIONANT.
Ho veus home? Ja et dic jo que tinc el curs Nal d'atletisme que aixó de la planificació es una mariconada!! p'alante!!!!
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